jueves, 7 de febrero de 2013

De caballos y pactos

Al Gobierno hay poco que reconocerle

Helmer Velásquez 

El Gobierno empieza a perder el sentido de realidad frente a la violencia exacerbada. El general, de lujosa cabalgadura, responde que es un asunto de percepción, lo cual, sin embargo, es falso, es solo cuestión de perspectiva. Y para remarcar su dicho, el gobernante se pasea en jamelgo con el júnior para entretención y algarabía de la población mixqueña, dejando para el público en general vistosos paseos en moto ya en la Caravana del Zorro, ya al estilo del dictador Jorge Ubico supervisando retenes policiales.

La desproporción de visiones es tal, que el militar gobernante insiste que en los hospitales nacionales no hay problemas y además “eso que no existan medicinas ni insumos” no es motivo para que los médicos no trabajen, son unos holgazanes, hay que levantarles acta para dejar constancia de su desenfado y continúa que si los médicos obtienen el “elevado” salario de ocho mil quetzales al mes (Q8,000) deben dedicarse a trabajar y no andar por allí generando protestas. Sería interesante escuchar qué piensa el Presidente del caso de los diputados al Congreso que ganan alrededor de Q30 mil al mes y nunca trabajan. Alguna extraña razón obnubila a los presidentes en este país, los hace pensarse estadistas cargados de razón, aunque la evidencia indique que sus acciones son un fracaso.

Este es el caso de los pactos, base estratégica del plan de Gobierno: contra el hambre, por la seguridad, la justicia y la paz, y el fiscal y de competitividad. Para salvar el clavo, el informe de Gobierno se introduce diciendo en cuanto a justicia y seguridad, que por tratarse de un problema de envergadura, debe tener un “tratamiento de largo plazo”, esto es diferir el asunto y quitarse la vergüenza por la ausencia de resultados. Respecto del pacto fiscal y competitividad, que tenemos ahora una “reforma fiscal”, tempranamente parchada por enmiendas constitucionales, y en Hambre Cero obtuvimos cero resultados. Ya ni mucho se mencionan los tales pactos, pues todos han resultado un fiasco. La cuestión sería hilarante a no ser por la pérdida de recursos estatales y el agravamiento en las precariedades de la población que ha significado el experimento. Así, hasta donde vamos, al Gobierno hay poco qué reconocerle, tal parece que nos aproximamos a tres años de angustia, hambruna y negocios palaciegos. ¿Y el Congreso de la República? bien en su laberinto.
http://www.elperiodico.com.gt/es/20130207/opinion/224402/

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